Le echo sal a la bañera para recordar el sabor de tus besos salados a la orilla del mar. Recuerdo ese abrazo cariñoso con su correspondiente beso en la espalda, a la altura del omoplato. Como cuando te devolvía el abrazo mis manos descubrían tu cuerpo, y mis labios se enganchaban en tu cuello, en tus orejas, en tus mejillas.
Aquellas cenas a la plancha en “Chez Raúl”, aquel café bombón, aquellos licores digestivos.
Aquel fue un gran verano, el agua estaba fría que cortaba, y el sol apenas bronceaba, pero las caricias en mi espalda, y en tu espalda, los acordes de la guitarra, tu voz, las escapadas a Biarritz, a Niza, a Paris, a Nantes, Nancy y Barcelona.
Aquella Vespa, aquel ZX verde, tantos kilómetros, tantas curvas, tantas cuestas. Una meta, un destino, no es solo que otro metro mas en el camino.
IGNACIO DE LOYOLA
Hace 10 años
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