CAGÜEN

Tengo un jersey y unos pantalones encima del pijama, hace un frío de cojones, anoche eché ya la tercera manta.
Vaya mañana de perros, (huy, ya sonó el microondas) llego a saber esto y hubiera ido a clase, porque vaya, el ruido de la obra del primero no me deja estudiar, deben estar tirando una pared o algo, porque tienen un contenedor de escombros medio lleno, y a la vecina del tercero se le lleno de polvo rojizo la ropa que puso a tender esta mañana.
Voy a por las lentejas, que quiero ir al examen con la digestión hecha, porque, ya lo decía el tío Jacinto, “si se llena la panza, se vacía la cabeza”. Fisiológicamente es sencillo, los litros de sangre son los mismos, si el caudal de sangre (riego sanguíneo diría un médico) es alto en el estomago (sistema digestivo), llega menos caudal a la cabeza, sencillo, ¿no? Ahora vengo.

Cagüen la puta puerta, la mitad de las lentejas por el suelo, encima me toca fregar.

Buf, ya acabé, a pesar de haber tirado la mitad de las lentejas de mamá, acabé repleto. Ya empiezo a notar la pesadez típica, así que iré a lo mecánico. Me queda dejar la maleta hecha, hacer la cama, recoger los apuntes, guardar la guitarra, meter la calculadora en la mochila, cepillarme los dientes, vestirme, peinarme, barrer la cocina, y fregar todo el “cacharrerí”. Creo que empezaré con lo último, porque en esta semana de mierda me he dejado acumular platos y cazuelas desde el miércoles.
Haber si me acuerdo de decirle a Cris lo de las becas de la embajada alemana, y ya de paso le pregunto por los deberes de ingles.
Vaya semanita, y yo que el lunes pensaba que estaba en racha, pues parece ser que pensé mal, cagüen, y esto no ha hecho mas que empezar, haber si cojo ritmo de rutina de una vez por todas en este cuatrimestre… me voy a fregar.

LOS RECORTES DEL PERIÓDICO

Cinco y cuarto de la mañana, la música de Mark Knopfler hace más emotiva la segunda lectura del mismo texto de Elia Maqueda, que volví a leer por equivocación, al encontrarme con el periódico medio leído de la semana pasada. De repente me entraron ganas de escribir, primero pienso en acabar uno de los tres textos que tengo a medias para subir al blog, pero no tengo realmente ganas de volver con ellos, aunque prometo que me gustaría acabar de escribirlos. Pongo en repeat el Windows media y continuo con el periódico. Pero cuando empiezo un texto para mi inédito, se me va la cabeza, y pienso en que no consigo hablar con ella. Cambio de texto, y lo leo, pero cuando vuelvo al anterior, recuerdo que prometí no volver a escribirla, y me entran ganas de ponerle por escrito lo que pienso. Pero soy fiel a mi palabra, y no la escribo.
Cojo las tijeras amarillas, las que compre en los chinos el primer mes fuera de casa, y me pongo a recortar el texto que me llamo de nuevo esta semana, lo pondré en la estantería, pegado con celo, para que me llame muchas mas semanas “ya no hay sombrillas en la gare de Lyon en septiembre, en este frío septiembre” yo, por lo pronto, me calenté la cabeza mucho en septiembre, en este perdido septiembre. Desde hace un par de años sueño con un verano completo, con los meses de Julio, Agosto y Septiembre enteros para mí. Este año tengo una posibilidad, he soñado veces con ello, aunque ya no me hace tanta ilusión como me hubiera hecho este año pasado, este verano pasado. Este verano, si lo tengo, es bastante probable que lo palme currando.
Siguen siendo las cinco y cuarto de la mañana, y pienso en volver a llamarla, pero no, no la llamare, si quisiera algo llamaría ella, hasta hora siempre llamó, aunque como diría un amigo mío, y según pienso ahora, si llamara, seria para reírse en mi cara, así que mejor que no llame.
La última semana estuvo llena de novedades, cambiaron unas cuantas cosas, mi mente estuvo mas en los días breves de un uno y tres nueves (1999) que en nueve años mas tarde, o lo que es lo mismo, en ahora. Este finde no fui andando a ver a la abuela, este finde hice mi segunda visita al cementerio, donde por cierto, descubrí una de las mejores vistas de la ciudad, se nota que allí se para el tiempo, no se movían ni las nubes. Este finde, volvimos a la ermita, como cuando era pequeño, solo que faltaba uno, el de las promesas. Todavía siento por dentro aquella promesa, que no recuerdo vivida, pero si contada.
Podría ponerme a entender la canción, llevo media hora escuchándola, pero como no la estoy oyendo, solo saco en claro que Mark también tiene noches toledanas, como las que yo escribía cuando era un poco más joven de lo que soy.
Es curioso, hoy no me dio por empezar a escribir el texto a mano, lo que aplaudo, ya que con la letra que tengo, me cuesta a mí traducirme, y además, mi amiga Amazonas dormirá hoy unos gramos más feliz.
En fin, se me esta calentando la cabeza, sabes, hoy creo que me iré a la cama pronto, estoy cansado, aunque son las siete y cincuenta y ocho de la tarde, así que tendré que entretener el tiempo con algo antes de ponerme a hacer la cena. Haré algo como leer o ver la tele, porque no voy a estudiar, me duele la cabeza, y tampoco te voy a llamar ahora, aunque se que tenemos que hablar, que habíamos quedado en eso (este finde no pude, te lo prometo).
Ya se, me pondré a tocar la guitarra, que hace mucho que no me pongo, al menos como antes, después cenaré, y antes de dormir, acabaré el periódico.