Negras Tears

La cruz en lo alto gobernaba la habitación, en el cabecero de la cama había un espejo con un arlequín que lloraba lágrimas negras, y sobre este se encontraba un tablón donde había unas cuantas fotos de unos pocos recuerdos.
Sobre la cama reposaba su guitarra, la vieja, con muescas hechas a mano indicándole los trastes tercero quinto y séptimo.
En la pared de enfrente se encontraba su escritorio, con su ordenador portátil sin conexión a internet, y una pila de libros en inglés y los periódicos de la última semana. Encima del escritorio, clavado en la pared, había un portarretratos, que tenia escrito el origen de su nombre, para recordarle de donde venía. Aun por encima había una balda, que sostenía aquella colección de libros que nunca consiguió acabar, y esos dos cuadros con las entradas de los espectáculos que había asistido que esperaban ser colgados en su hueco en la pared. En el extremo opuesto de la balda se encontraban los CDs de música, y las ya empolvadas cintas de cassete.
Un armario, un puente y un arcón rellenaban el resto de la pared, mientras que un ampli, dos sillas y una maleta, hacían lo propio con el suelo de la habitación.

No hay comentarios: