Desde bien pequeñito me sorprendió lo gris que es el mundo, “cuanto dolor y sufrimiento puede llegar a soportar el ser humano” pasa a ser algo mas que una pregunta, y “porque es el propio humano el que crea su dolor y el de su especie” es una pregunta y a la vez una respuesta según donde pongamos el acento.
Por contra de lo que puedas pensar, yo siempre me incline por los colores fríos, el azul en distintas tonalidades, el negro, marrones, grises, rozando alguna vez el verde. Nunca me gustaron los rojos, naranjas ni amarillos, de hecho, nunca entendí la razón de ser del granate, ni del fucsia.
Sabes, a veces me gustaría pensar que las personas son como los colores, hay personas frías y personas calientes, y que una persona no es sino la mezcla de otras personas que estuvieron antes y que le influyeron. Los perros nos distinguen los colores. A veces, somos un poco perros, y no distinguimos a las personas, hacemos sacos, y las ordenamos. Otras veces, nos ocurre que todo los colores son el mismo, y otras, seleccionamos con esmero los tonos apropiados para decorar el lienzo de nuestra vida.
Pero puede que a veces no encontremos el color necesario para culminar nuestra obra maestra, y ahí, al “gran pintor” le entran las dudas, y se plantea dejar su pasión, para prepararse unas oposiciones, ir a una entrevista de trabajo, vestirse de yupi, emigrar del pueblo a la ciudad. Ahí, es donde no debe el pintor desesperar, ahí que probar colores, rojo, verde, azul, mezclarlos, e incluso repetir colores, nunca se sabe, cuando estas repitiendo un color, si en realidad es otro color, porque en verdad, si que hay varias realidades.
“Quizá yo no este hecho para esto” se repite demasiadas veces, ¿verdad?
Pues así sigue la vida, una eterna búsqueda de un sentido, de un lugar, de un trabajo, de un paisaje, de una ayuda, de un hogar, de un color, de otra vida, de un motivo. De un porqué.